No sabía lo que ocurriría tras el gran silencio que sucedió
después de aquella acción extraña. Todo estaba oscuro, no podía ver nada, y
solo recordaba un estruendoso sonido y, tras el, la calma. Pude abrir los ojos
y pude observar que me encontraba en el suelo, medio muerto, además de ver todo
el destrozo que había causado… ¿La explosión? Sí. Creo que fue eso. Pero era
extraño, podía ver la escena con claridad, pero en cambio, todo estaba en
silencio, ni un grito de angustia, ni una mísera alarma de coche… No se oía
nada. Era como si todo continuara igual, pero sin sonido, como si se hubiera
evaporado, como si todo aquello que pudiera sonar no existiera o simplemente,
no pudiera ser capaz de producir ni siquiera un pequeño murmuro. Mi voz, ¿Qué
le pasaba a mi voz? No podía articular palabra alguna, podía ver como movía los
labios, pero ninguna letra salía de mí. Entonces fue cuándo vi a la policía
aparecer delante de mí, apuntándome con pistolas y rifles. Creo que me estoy
acordando de algo, sí. Ya me acuerdo. Llamarme loco y asesino, pero aquel día
hice volar por los aires el orfanato de mi ciudad, dónde me crié. Tuve que
hacerlo, ese lugar me daba asco, abusaban de mí día y noche y tuve que acabar
con ellos. Desgraciadamente, no pude alejarme lo suficiente…
Recuerdo una y otra vez esta historia. Las imágenes se
reproducen en mi cabeza hora tras hora, minuto tras minuto, y aunque estoy muy
orgulloso de lo que hice, se me sigue estremeciendo el cuerpo, mi respiración
aumenta y mi corazón se quedaba helado durante unos tristes segundos. Muerto.
Así me quedaba. Muy poco tiempo, pero así era. Mi alma se escapaba de mi cuerpo
cuál pájaro huye del fuego del infierno. Aunque, al final, siempre volvía a él.
Parece que después de todo, podría quedar una pequeña parte benevolente dentro
de mí, no una cualquiera, sino esa que intenta luchar todo lo posible para que
mi mente perturbada no pueda mandar sobre mi cuerpo…
Cada día que pasa es
un infierno, siento que estoy muerto, que ya nadie puede salvarme. Estoy
asfixiado, sin salida, atrapado, con el agua hasta el cuello y, en parte, así
era: me estaba ahogando, sí, pero en un mar de problemas. Pero ya nada se puede
hacer por mí, nada se puede hacer para remediar lo ocurrido, así pasó, y así me
he quedado. Nada puede cambiar el presente: soy el único preso sordo de la
cárcel, y eso me pasa factura día a día. Mi consuelo es que confesarlo todo en
este diario es lo único que me ayuda a superar esa tortura y salir hacia
delante.
Martes, Séptimo día
de presidio.
joder andres que es esto :) de samuel
ResponderEliminarAndrés me gusta mucho como escribes y la manera de expresar los sentimientos del preso, espero que nunca te canses de escribir porque visto lo visto, tus relatos merecen la pena ser leidos. (Marcos)
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